viernes, 14 de junio de 2013

Espejito, espejito...

Con nuestros ojos podemos ver todo, salvo a nosotros mismos, para eso, necesitamos un espejo. Mientras nos miremos en espejos equivocados, solo tendremos destrucción. Hace falta mucho coraje para mirarse al espejo y aceptar lo que vemos. No existe el espejo que nos muestre lo que queremos ver, solo hay que mirarse al espejo y aceptar lo que vemos... por que eso, nos guste o no, es lo que somos.


Cree en ti...

Hay un momento en la vida en que comprendes que ha llegado el tiempo de cambiar, y si no lo haces, nada jamás podrá cambiar. Comprendes que si al fracasar, no tienes el coraje de comenzar de nuevo, la vida seguirá sin ti. La dicha no nos acompaña siempre y nuestra vida a veces se torna diferente de lo que imaginamos. No siempre nuestros días brindan lo que esperamos.
Sin comprender por que, a veces toman rumbos tan imprevisibles que ni en tus sueños se hubieran asomado. Pero igual, si no te animas a escoger un camino, o a realizar un sueño, estas en gran peligro de vagar sin rumbo y perderte. Más bien que preguntarte con mil ansias por que tu vida se ha tornado como es ahora, acepta el camino abierto que te  espera.  Olvídate de lo que fue, no confundas. Eso ya paso. Solo el presente importa. El pasado es ya una ilusión, y el futuro todavía existe. Pero vivimos hoy. Mide tus pasos uno a uno, sin perder la fe, guardando tu valor y confianza. Con tu frente alta, no temas soñar, ni mirar las estrellas... Un  poco más de paciencia tu vigor volverá, y encontraras tu vía. Una senda más bella y serena de lo que has soñado, te llevará a donde quieras que te lleve, cumpliendo todos tus  deseos.

No pierdas confianza en tus fuerzas, y toma esa nueva vía. Verás que esta llena de alegría, aventuras y deleite como en tus sueños no imaginaste... CREE EN TI.

Más que una joya.

"Regalos insignificantes; como un beso en un momento inesperado o un papel escrito a las apuradas. Pueden ser valorados más que una joya."

Julio Cortázar

Perdona si te llamo amor.

"El ser humano se adapta a todo: supera el dolor, cierra historias, empieza de nuevo, olvida, hasta consigue sofocar las más grandes pasiones. Pero a veces basta con nada para comprender que esa puerta nunca se cerró con llave"

Federico Moccia

Imperfecto.

Vi en el tantas imperfecciones, y ahí estaba su encanto, en cada acción mal planeada, en cada gesto torpe. Ahí estaba todo de el, y eso fue lo que más me gusto.

De amor y piel.

"Y supe que era sentir tu ausencia antes de que te hicieras presente. Y quise ser pájaro, ser viento, ser hoja o al menos polvo y adherirme a tu maleta."

Irma Cristina Cardona.

No quiero que valgas la pena.

No quiero que valgas la pena, quiero que valgas el tiempo, que valgas las risas, que valgas los sueños, que valgas las palabras, que valgas las renuncias, que valgas los cambios... QUE VALGAS CADA MOMENTO.

Yo no pienso ser tu oxigeno.

¿Oxigeno? No, yo no pienso ser tu oxigeno.
Yo anhelo quitártelo, robarte respiros, arrancarte suspiros, romperle el ritmo a tu respiración, entrecortarla, acelerarla y durante muchos instantes detenerla...
Yo no pienso darte vida, yo quiero acompañarte a comprobar que estas vivo.

Lo nuestro.

Pero en definitiva, ¿Qué es lo nuestro?

Por ahora, al menos, es una especie de complicidad a los otros, un secreto compartido, un pacto unilateral.
Naturalmente, esto no es una aventura, ni un programa, ni -menos que menos- un noviazgo.

Sin embargo, es algo más que una amistad.

Equivocado.

Yo te quiero así tal cual, con esas imperfecciones que deseas esconder, esos defectos que no sueles reconocer.

Me gustas así... Equivocado.

jueves, 13 de junio de 2013

La princesa que creía en los cuentos de hadas.


La vida es difícil. Algunas personas entran en la vida de otras dejando una gran huella en su corazón y consiguen que nunca vuelvan a ser las mismas de antes. Ahora bien, no ser la misma, puede ser mejor.

¿Te puedo pedir una cosa?

—Sí, dime.
 —No te acostumbres a mi. 
—¿Como así?
 —Que no te acostumbres a mi, ni a mi risa, ni a mi hiperactividad, a mi olor, ni a mis risas atemporales, ni a mis besos. No te acostumbres a que me cuentes tus cosas ni que te escuche con atención. No te acostumbres a cómo te miro o te dejo de mirar, ni te acostumbres ni a mi rabia ni mis celos irracionales, ni a reírte de las cosas que te digo.
 —¿Y eso a que viene?
 — A nada, simplemente que algún día me cansare y me iré y echarás de menos esas cosas a las que estas ahora acostumbrada y no valoras.